¡Barrio de Salamanca y cierra España! O la revolución de las mascarillas. Por Isabel Peralta


Son las once de la mañana, casi medio día. Cayetano Salvapatrias acaba de despertarse de un placentero sueño en un colchón viscoelástico. ¡Qué buena mañanita se ha quedado! Vamos a desayunar algún selecto producto de la mejor pastelería francesa de la zona y así cogemos energías para publicar un twitter: “viva España joder” “Pedro, cabrón me chupas un c*#?*.” Cayetano está indeciso,” es que ser un revolucionario no es tan fácil”, dice suspirando en la chaisse logue.


Luego Justina María recoge la mesa del señorito y a dormir un rato la mona mientras vemos la nueva pantomima de Netflix.

Son las nueve de la tarde, el deber nos llama. Salimos a la calle con una bandera constitucional en la mano y una estadounidense en el polo de los jueves. Quedamos con los colegas un rato, nos echamos un pitillo contándoles que este agosto se ha ido al traste el viajecito a Bora Bora porque a la madre de Cayetano le da miedo viajar en estas circunstancias y ¡atención! “Sánchez dimisión, libertad y viva Vox” comienza la manifestación.

No es necesario ser un psicólogo de relieve para adivinar que os ha suscitado en los ánimos la historieta de mi bro (es la nueva forma de llamar al camarada) Cayetano Salvapatrias.

Lo que sí se me formula como complicado es el averiguar las razones de la repulsa hacia el heroico acto del joven Cayetano.

Existen quizá motivos económicos: tiene gracia que mientras Javi el mecánico está preocupado en Vallecas porque no sabe de dónde va a sacar el dinero para dar de comer a sus hijos, Cayetano que vive en Núñez de Balboa y come todos los días el mejor solomillo gallego acompañado de una buena reducción de vino, tenga esas ansias de venganza contra el gobierno. Pero también tiene gracia que Javi no haya protestado contra el estado de cosas, aun sabiendo que este mes en su hogar no van a tener alimentos. Quizá no le queden ya fuerzas para reivindicaciones.

También existen razones de otra índole, quizá más humorística. El joven internacional Cayetano con tres cursos en New York, vacaciones en Miami y acciones estadounidenses, una promesa de futuro en la universidad de Harvard, tenga el valor de salir a la calle con una bandera española (constitucional, insistimos en ello), proclamarse por twitter el señorito más patriota del barrio y decir con sus amplios conocimientos sobre la idiosincrasia del pueblo español, que los problemas españoles se arreglarían votando a Vox (el pobre Cayetano teme que los comunistas le expropien la herencia de su abuelo). Y en cambio, volviendo a Vallecas, a nuestro pobre Javi que todo su patrimonio y toda su vida está en su barrio, en España, sus compañeros de oficio y demás personas de su clase, le han dicho que no se puede ser patriota, pues eso significa defender los privilegios de los ricos.

Ahora bien ¿Cómo le explico yo a Javi teniendo como representante del nacionalismo a Santiago Abascal y su ejército de burgueses con maletín y corbata, que el patriotismo no es egoísta, ni derechista, ni mezquino? ¿Cómo le explico yo a Javi que el patriotismo es la salvación del pueblo y que sólo una nación soberana le hará digno, que sólo una nación fuerte le hará libre? ¿Cómo les explico yo a los niños de Javi que acuden a comedores sociales la necesidad de que ellos luchen por su nación en un futuro? Javi no me escucharía, ya se han encargado las derechas de hacer de la bandera roja y gualda una fanfarronada, una proclamación del egoísmo.

¿Y cómo le explico yo a Cayetano que su revolución no sirve de nada, que no es más que un pobre niño utilizado por un partido mezquino para vivir de las rentas (de España y de Javi) y para sentar el culo del presidente Santiago en el sofá charolado de la Moncloa? ¿Cómo le explico yo a Cayetano que su partido no utiliza la bandera de España más que para reclutar adeptos, que con una bandera en la muñeca firman pactos con naciones y órganos extranjeros que nos limitan y manipulan? ¡Cayetano tampoco querrá escucharme! El sigue pensando que la utilización de las personas sólo se lleva a cabo con pobres, y sólo se puede ser patriota siendo monárquico, derechista, capitalista y taurino.

¡Vaya despropósito! ¿Y aún no nos damos cuenta? ¡Los partidos políticos no son más que otra herramienta del tablero de ajedrez con que disfrutan los verdaderos poderosos! Estos no son más que engañabobos, que nos dividen estúpidamente y nos mienten como les viene en gana.

Sólo un pueblo sano hará una patria fuerte, y solo una patria fuerte podrá hacer un pueblo sano. Es imposible separar estos conceptos “patria y pueblo”. Si intentas separarlos se produce un suceso fatídico, monstruoso. Se produce la muerte inexorable de la patria y la esclavitud y enfermedad del pueblo.

  • Cayetano, Javi: necesitamos dos cosas; una nación y una justicia social. No tendremos nación mientras cada uno de nosotros se considere portador de un interés distinto, de un interés de grupo o de bandería. Y no tendremos justicia social mientras cada una de las clases, en régimen de lucha, quiera imponer sobre las otras su dominación. Por eso ni la derecha ni la izquierda pueden depararnos las dos cosas que nos hacen falta. Por eso ambos tenéis que venir a las filas de este movimiento que os llama: El NacionalSindicalismo.


Isabel Peralta