No a la guerra... cuando me conviene

A continuación transcribimos la intervención radiofónica con fecha de 20/03/2011 del Jefe de Información y Prensa del Sindicato Trabajadores Nacional Sindicalistas, Jesús Muñoz, en el programa debate “Sencillamente Radio” de Radio Inter (programa que se emite todos los domingos de 08:30 a 11:30 horas en esa emisora en el 918 de AM de Madrid y en FM para toda España. En Internet: www.radiointer.com o http://www.intereconomia.com/oir-radio-inter).
Guerra de Libia, ¿dónde están los del “No a la guerra”?
Los del “No a la guerra”, cuyas cabezas visibles viven de los presupuestos generales del Estado, en cualquiera de sus cargos, o por pertenecer a colectivos bendecidos por el sistema, hoy están apoyando a un juez corrupto, prevaricador y golfo, que es fiel reflejo de este sistema que padecemos. Ahora toca esto y lo hacen perfectamente. 
Reconozcámoslo, si el mundo es un escenario de hipocresía, la España actual es un alumno aventajadísimo en esta materia, y lo es porque tiene unos índices de incultura premeditada, de borreguismo alevoso y de amnesia voluntaria que hacen que cualquier españolito de a pie, de esos que adoran a San Voto y Santa Urna, defiendan una cosa y su contraria, si se lo piden los suyos, con la misma vehemencia y convicción. 
Pues bien, si el pueblo que en teoría no recibe nada tangible por defender una postura y la contraria, según toque y según le digan sus gurús mediáticos y políticos, hace esta defensa, y la hace a capa y espada, ¿cómo nos extraña que lo hagan políticos y periodistas, dirigentes de los sindicatos chaperos, autodenominados actores y cineastas, y demás casta de parásitos, si les pagan y les mantienen en el poder por ello?. 
No es el tema de hoy y por ello no voy a extenderme en razones, ya que no quiero abrir un nuevo debate, el aclarar mi postura contra la guerra de Irak, contra la guerra de Afganistán, y contra la entrada y permanencia de España en la OTAN. Eso sí, como les conozco, yo no me he manifestado jamás con los que, aparentemente, también eran contrarios a todo esto y no lo he hecho por higiene, por coherencia y por dignidad. Porque recordemos que todo esta gentuza también se oponía a la entrada de España en la OTAN, con Javier Solana de pancartero principal. Luego, al llegar al poder, hicieron un referéndum paripé sobre este tema con pregunta ambigua, y terminaron de besamanos y lamebotas de los dirigentes de la Alianza Atlántica, y el propio Solana de Secretario General de la OTAN, mandando bombardear un país europeo como Yugoslavia para luego crear allí estados islámicos como Bosnia y Kosovo. Y es que la masonería manda, y si dice OTAN sí y guerra sí, donde antes convenía decir lo contrario, pues a cumplir ordenes y a defender lo que antes se rechazaba con la misma combatividad. 
Y estoy harto de que aquí todo el mundo se ponga medallas por haber suprimido la mili. La mili se convirtió en este democracia en algo negativo a propósito para luego quitarla de en medio por, según ellos, aclamación popular, con lo que se hacia un gran favor a los separatistas, a los enemigos externos y permanentes de España, a los que manejan los hilos del mundo y a todos aquellos que sabían lo bueno que tenía un servicio militar obligatorio bien planteado para una Nación. Estorbaba no solo la mili, sino todo lo que representaba, de igual manera, que estorbaban militares con honor y sentimiento de patria, de unidad y de lucha contra la injusticia. Por eso, y para eso, hemos tenido y tenemos ministros de defensa que habrían sido juzgados y condenados por traidores en cualquier otra época de nuestra historia y ahora nos los ensalzan a todos ellos como paladines de la paz y de la ayuda humanitaria, y cuanto más traidor a España es o ha sido un militar, un político, o un rey, más a los altares de la democracia nos lo ascienden. 
Los del “no a la guerra cuando me conviene” son gentuza, pero los que viendo lo que está ocurriendo en España, lo hemos oído hoy, aspiran a dormirse y despertarse el día de las elecciones, no son mejores, y lo malo es que en España abundan los unos y los otros, y así nos va, rodeados de hipócritas y cobardes.