Hay gente buena en la izquierda. Por Mario Sánchez

Hay gente buena en la izquierda. Por Mario Sánchez

        
Por supuesto que sí. Y mucha. Simplemente, están equivocados. Se les ha escapado un detalle, y es que el capitalismo no es un sistema económico, sino la manifestación de una enfermedad mucho más amplia: la muerte del hombre y de la mujer cristianos, de la familia tradicional y de los valores de la patria. Se está derrumbando frente a nuestros ojos toda una civilización, y ellos -con vista parcial del problema- sólo se fijan en el aspecto económico. Pero ese asunto sólo es la consecuencia, el resultado, el fruto de una corrosión mucho mayor.  
Por eso -piensan-, basta con cambiar las estructuras económicas para solucionar el problema. Y ahí tenemos el desfile de dictaduras comunistas, a cada cual más abominable, que conducen a los pueblos -sin excepción- a la ruina. No otro puede ser el efecto de sustituir la idea cristiana de la justicia por la idea decadente de la igualdad, que es lo más injusto que existe.Y como estos sistemas comunistas no funcionan, hay que culpar al embargo, a las conspiraciones o al mal tiempo del desastre, sin hacer el menor examen de conciencia y rendirse a la evidencia: el comunismo es la dictadura de la mezquindad, el reinado de la mediocridad a la fuerza, y la concepción del ser humano como un animal que no tiene más necesidades que las físicas, olvidando su dimensión espiritual.
Esto hay que explicárselo con paciencia a la gente de izquierda. No hay que enfadarse. Simplemente, están equivocados. La mayoría, sin maldad.
Hay que explicarles que para llegar a una depravación económica como la actual -desahucios, paro, corrupción, ricos que  no han aportado nada a la sociedad, etcétera-, es forzoso, antes, convencer a la persona de que no tiene alma, de que no puede aspirar a más que a satisfacer sus instintos mediante las drogas y la pornografía.
Para que un directivo de la banca firme cláusulas abusivas para engañar a nuestros abuelos, antes hay haberle hecho odiar y despreciar a la familia como verdadero hogar donde toda persona debe nacer y crecer para ser feliz.
Para que un juez deje escapar a un político corrupto, antes hay que hacerle creer que no existe Dios, y que no habrá juicio final, y que un reloj de lujo o un coche nuevo valen más que la gloria de la conciencia limpia.
Para que un chaval de 19 años se inyecte heroína en un callejón de su barrio, hay que conseguir que olvide que es español, y que todo español está llamado al heroísmo y la santidad mediante el servicio a su patria.
Para que la sociedad acepte el aborto hay que convencerlos de que la vida no es sagrada, que vale lo mismo -o más- la vida de un cangrejo que la de un ser humano, y hay que hacer creer a la gente que hemos venido a este mundo a ganar dinero y no a ejercer nuestra sagrada función de padres y madres.
Cuando le has arrebatado el alma al pueblo. Cuando has vaciado el espíritu de las personas. Cuando los has degenerado en una sucesión de cabalgatas del orgullo “gay” interrumpidas por 51 semanas del orgullo corrupto, cuando la vida se convierte en una feria de vanidades y en un baile al son que marca la bolsa, no dudes de que el director del banco firmará el desahucio, el juez dejará escapar al corrupto, el chaval se meterá el chute, y la mujer indefensa cometerá el mayor error de su vida.
Frente a eso, no valen sólo propuestas económicas.
Hay que salvar al hombre. A la mujer. Porque tienen dignidad y son imagen divina.
Hay que salvar la patria. Porque su huella perdura en la eternidad y no has nacido español por casualidad.
Por eso, quítate la camiseta del Che, abróchate el cinturón y arremángate la camisa azul.
Y afíliate a la Falange, que tenemos mucho trabajo por delante y tú nos haces falta.
Porque eres español
.carrtel 06