Os saludo, Guerreros. Por Jaime Bardera

Os saludo, Guerreros. Por Jaime Bardera
Hace ya algunos años, Juan Luis Gallardo (no os asustéis, camaradas, que lo único en lo que casi coinciden este poeta español de Argentina y el conocido actor español de España, es en el nombre), publicó un poema que a mi juicio, es la más hermosa oda al Guerrero que se haya escrito en el último medio siglo.
 
Uno, al leerlo, se siente trasladado a los escenarios donde la historia fue forjada como se forjan los Héroes y los Mártires que fraguan las naciones. Uno, al pensar sus versos, es capaz de sentir esos mismos golpes de martillo que sacuden el yunque inasequible al desaliento que conforma el suelo patrio. Que no por azar eligió Fernando un yunque como símbolo de lo que siempre le uniría a su amada Ysabel.
Pero no es sólo eso, no. Cualquier persona cuyo corazón no haya huido ya de su cuerpo en fatiga; cualquier hombre que haya sido capaz de alejarse de los efluvios pestilentes que emanan de la sociedad occidental; cualquiera que no se haya rebajado a vivir en las alcantarillas a las que han descendido ya el resto de sus congéneres hasta desalojar de allí hasta a las mismas ratas; cualquier alma sensible que se niegue a vivir en la cloaca, fascinado por su generosa inmundicia; cualquier patriota en fin, cualquier católico a marchamartillo por ende, añorará al leer estos versos, haber estado allí donde nace el eco que apenas nos alcanza de los cantares de amor y de guerra que entonaban sus protagonistas.
Siento envidia de vosotros. Y por ello Os saludo, Guerreros, como reza el poema. Cuando un día volváis a la patria, a la que vuestra sola presencia elevará de nuevo desde el mundo sombrío que la nubla, vosotros podréis recitar estos versos sin sentir la amarga añoranza de lo que nunca se ha vivido, sino la bendita gloria de aquellos que han disfrutado de Su Gracia.
Y nosotros, pobres de nosotros (tristes ciudadanos, canta la canción), sólo podremos, con el tiempo, añadir una estrofa al poema de Gallardo. Unos versos que hablarán de aquellos heroicos cruzados peshmergas, que se fueron de su patria, dejándola entretenida en inútiles intentos de matar a Dios, para llevarle a El en sus fusiles, para subirle de nuevo al cielo vacío de la tierra que Le vio nacer.
Va por vosotros, Guerreros. 
 

 

Salud, camarada de aquellas campañas
que nunca en mi vida yo habré de emprender;
salve, compañeros, en tierras extrañas
jamás formaremos al amanecer.

Acudo a tu encuentro, fiero babilonio,
guerrero fungible que no sé nombrar.
escucho tu grito sin voz, macedonio,
que con Alejandro quisiste marchar. 



Saludote, hermano, soldado de Roma,
legionario amigo que no conocí,
te saludo al tiempo que aspiro el aroma
de los campamentos que no compartí

(olor de fogatas en las madrugadas,
cuando arden ramajes de roble y ciprés;
olor de correajes, de carnes asadas,
de sudor y sangre que exhala el arnés).

Porque yo nunca mojé mis sandalias
en el linde claro de aquel Rubicón,
te canto tribuno que fuiste a las Galias
sin que yo sentara plaza en tu legión.

Salve condestable, señores cruzados,
que miro cruzando sobre un terraplén,
flanqueado por frondas de olivos plateados,
hacia la conquista de Jerusalén.

No estuve con ellos, ni una Cruz Bermeja,
signó ni mi pecho ni mi pabellón;
la luz que en las armas sus rayos refleja
no alumbró mi paso por Tiro y Sidón.

Saludo tu empresa, noble castellano,
saludo tus glorias por el Yucatán,
Perú y La Florida; te extiendo mi mano
que nunca estrechaste, señor Capitán.

Salud, veteranos de un Tercio de Flandes
a quienes no he visto la pica empuñar.
Salve, lansquenete, doquiera que andes,
un desconocido te va a saludar

Otro habrá llenado mi plaza vacante
en un submarino con rumbo a Estambul.
Y alguien en Toledo, Madrid o Alicante,
tiñó con su sangre mi camisa azul.

Tampoco me puse la boina encarnada
ni el escapulario de algún requeté;
no embarqué en un buque de Invencible Armada
ni un tanque germano jamás tripulé.

No hundí una fragata de la flota inglesa
gobernando el trueno rasante de un jet,
no estuve en Malvinas (¡y cuánto me pesa!),
no apunté cañones ni armé un Exocet.

Vaya mi saludo, guerreros ignotos,
soldados de siempre, que desde el confín
del tiempo cabalgan al son de remotos
tambores y alegres toques de clarín.

Salud, turbulentos ahijados del riesgo,
salud, cazadores de esquivo laurel;
rúbrica de sangre que atraviesa al sesgo
la Historia, grabada con duro cincel.

Les extiendo a todos esta mano mía,
de buen ciudadano, prudente y cortés,
mientras me pregunto si en su compañía
no hubiera temblado mi pulso burgués.


 
Jaime Bardera
 
Militante del Sindicato TNS
 
Aquí tenéis la página de Facebook desde la que los Cruzados Españoles que están en el frente de batalla, en el Kurdistán iraquí , luchando contra el DAESH narran su gesta: 

https://www.facebook.com/Apoyo-Voluntarios-Españoles-contra-DAESH-811409822301358/