Cuando te llamen fascista, por Mario Sánchez

Cuando te llamen fascista, por Mario Sánchez
Resultado de imagen de fascista
Cuando te llamen fascista, lo que quieren en realidad es condenarte a una muerte social, que dejes de existir, condenarte al infierno de los réprobos, colgarte el cartel de “no aceptable en sociedad”.


Hasta los años 90, había personas a favor y en contra de la familia tradicional. Existía un debate. Hoy, la derecha -que entonces votó en contra- ha abandonado, como siempre, sus principios, y son los campeones del divorcio. Si sigues defendiendo que la familia es el anclaje de la persona en el mundo, y que la sociedad debe ensalzarla como el mayor de los bienes, hoy, sin duda, te llamarán fascista. Y, en ese momento, recuerda cuando cogías de la mano, a la vez, a tu padre y a tu madre. Y verás que el insulto duele menos y termina siendo un orgullo.

Terminado el debate del divorcio, le llegó el turno al aborto. Los que decimos, en palabras de la madre Teresa de Calcuta, que “si el aborto no es malo, nada es malo”, hoy somos “fascistas”. Pero cuando te pongan tal nombre, piensa en esos bebés que quizás entiendan por  un segundo que las pinzas descuartizadoras que los están matando vienen de parte de su propia madre. Y seguro que perdonan en el momento. Piensa en ellos y verás cómo los insultos pesan menos y la marginalidad a la que nos someten adquiere tintes trascendentales. Porque aunque nadie vaya a misa ya, recordarás eso de la puerta estrecha, por donde se entra a la salvación.

El proyecto de degeneración de la cristiandad sigue su curso, y hoy ya es considerado fascista quien se oponga a la ideología de género y el homosexualismo. Mañana será fascista quien se declare contra la celebración de referendos de autodeterminación, o quien niegue que los animales tienen los mismos derechos -o  más- que las personas.

Cuando gobierna la izquierda, el proceso de destrucción de nuestra civilización cristiana va un poco más rápido, y cuando lo hace la derecha, va un poco más lento, permitiendo que estas ideas se asienten y se asimilen por la parte “conservadora” de la sociedad.

Por eso, cuando fuiste a votar el pasado 26 de junio, no te preguntaron a dónde querías ir, sino a qué velocidad.

Así que, cuando te llamen fascista, no tengas miedo. No te rindas. No abandones la bandera. Porque si no la izas tú, la tendrán que desempolvar y volver a levantar tus hijos. Porque el trabajo que no hagas tú lo tendrán que hacer ellos.

Sólo quieres tener trabajo, familia, patria y fe.

Es sencillo.

Es hermoso.

Así que levanta la bandera y no te rindas. Camarada.