¿Por qué homenajean a los republicanos que liberaron París y no a la División Azul?, por Fernando Paz

¿Por qué homenajean a los republicanos que liberaron París y no a la División Azul?, por Fernando Paz
       
El general Muñoz Grandes
El general Muñoz Grandes al frente de la División Azul en el frento ruso durante la II Guerra Mundial
El 8 de mayo de 1945, el mariscal Wilhelm Keitel, jefe del Estado Mayor de la Wehrmacht, firmó en Karlshorst, ante los soviéticos, la rendición alemana. Junto a los representantes del ejército rojo –encabezados por el mariscal Giorgi Zukov- se encontraban los de las fuerzas armadas aliadas, entre los que figuraban el francés de Lattre de de Tasigny. Mirando de reojo a este, Keitel masculló:
– Lo que nos faltaba.
No carecía de razones el mariscal germano para expresarse así. Francia había sido derrotada cinco años atrás, quedando fuera de combate tras una campaña que apenas había durado seis semanas. Durante el resto de la guerra, el territorio galo estuvo dividido entre un gobierno radicado en Vichy que trataba de sobrevivir en un continente dominado por la poderosa Alemania, y un III Reich que ocupaba las dos terceras partes occidentales del país por razones militares.
Es irrisorio, considerar que Francia se contase entre quienes ganaron la Segunda Guerra Mundial
En la zona del país ocupada por la Wehrmacht, la colaboración fue antes la norma que la excepción. Tan solo un pequeño contingente de franceses –refugiados en Gran Bretaña y durante mucho tiempo enormemente desmoralizados- mantenía la llama de la resistencia.Su aportación a la victoria aliada fue verdaderamente desdeñable y es, por tanto, irrisorio, considerar que Francia se contase entre quienes ganaron la Segunda Guerra Mundial.
El alemán Wilhelm Keitel, firmando la capitulación en el cuarte general Ruso en Berlín, el 7 de mayo de 1945 /Wikimedia
El alemán Wilhelm Keitel, firmando la capitulación en el cuarte general Ruso en Berlín, el 7 de mayo de 1945 /Wikimedia

Sin embargo, ya desde los últimos meses de la guerra se convirtió en una exigencia para la reedificación de la Europa contar con Francia como actor principal, razón por la que se creó la ficción de que Francia, a través de las Fuerzas Francesas Libres y de la Resistencia, también había derrotado a los alemanes.
De modo que, cuando el general De Gaulle entró en París el 25 de agosto de 1944, quiso subrayar con reveladora ansiedad la magnitud de la victoria de la que el mundo era testigo, la del “París liberado por sí mismo, liberado por su pueblo con la ayuda de las tropas de Francia, con el apoyo y la participación de toda Francia, de la Francia combativa, de la única Francia, de la Francia auténtica, de la Francia eterna…”
Para hacer creíble tal aserto, era necesario, pues, que fuesen tropas francesas las que liberasen la capital. Algo que, por las razones políticas y propagandísticas comentadas, los norteamericanos permitieron: sería la 2ª división blindada de Leclerc la que tomase París.
Las tropas aliadas que tomaron París entre el 24 y el 25 de agosto no tenían nada enfrente

¿Tomar París?

La verdad es que lo que se ha pretendido heroica liberación fue, en realidad, una pantomima. El grueso del ejército alemán había evacuado la ciudad a toda prisa días antes, con lo que los escasos soldados vestidos de feldgrau que allí quedaban eran apenas los necesarios para mantener los servicios básicos.
Las fuerzas de la Wehrmacht en la capital francesa sumaban cuatro panzer, dos compañías montadas en bicicletas, dos destacamentos antiaéreos y los restos de un batallón de tanques… compuesto por diecisiete avejentados carros de combate franceses perfectamente inútiles salvo para desfilar.
Como fuerzas de infantería, la guarnición de París estaba constituida por un batallón de intérpretes y traductores y una pequeña unidad de administrativos, sordos y enfermosvariados, además de un puñado de alemanes civiles residentes en París llamados a las armas en el último momento y sin instrucción militar alguna. Las tropas aliadas que tomaron París entre el 24 y el 25 de agosto, pues, no tenían nada enfrente.
Entrada triunfal de las tropas francesas en París, el 25 de agosto de 1944 /Wikimedia
Entrada triunfal de las tropas francesas en París, el 25 de agosto de 1944 /Wikimedia

A la vanguardia de esas fuerzas militares, como se ha dicho, se hallaban las tropas de Leclerc (la 2ª división blindada, íntegramente equipada con material estadounidense) y, entre estas, una compañía, la 9ª, formada mayoritariamente –aunque no en exclusiva- por republicanos españoles exilados en Francia.
La 9ª compañía no había desembarcado en Normandía sino hasta dos meses después del Día-D, y junto con el resto de la división pasó a formar parte del III Ejército de los Estados Unidos. Fue al anochecer del 24 de agosto de 1944 cuando penetró en el París exiguamente defendido por aquellos reseñados restos de la Wehrmacht.
En su conjunto, la 2ª división blindada tuvo un papel más bien poco lucido, perdiendo en la marcha que le condujo desde la Porte d’Orleans hasta el centro de París la increíble cantidad de ciento cincuenta vehículos, entre ellos unos 35 carros de combate, el doble de todos los que poseían los alemanes.
En la España de la reconciliación y la democracia solo hay memoria para uno de los bandos

Homenajes

En 2015, el ayuntamiento de París quiso honrar a los soldados españoles comunistas, socialistas y anarquistas que compusieron aquella compañía dando su nombre a un jardín, que pasó a denominarse “Jardin des Combattants de La Nueve”. A aquel acto acudieron los reyes de España, Felipe VI y su esposa, que posaron visiblemente satisfechos para la foto oficial y que se refirieron al lugar como a un “espacio de libertad y tolerancia”. La alcaldesa de la capital, Anne Hidalgo (socialista de vocación y gaditana de nacimiento) glosó la actuación de aquellos combatientes, a los que llamó “héroes”.
Por su parte, el ayuntamiento de Madrid ha anunciado que en la capital de España también habrá un espacio verde dedicado a los combatientes izquierdistas de La Nueve. Estará ubicado en la zona de García Noblejas, que pronto dejará de llamarse así dado que loshermanos a los que recordaba tuvieron la mala suerte de morir en número de cuatro en el bando equivocado (cinco, si contamos al padre asesinado en Paracuellos) y eso, hoy, resulta imperdonable: en la España de la reconciliación y la democracia solo hay memoria para uno de los bandos.
La División Azul se ganó el respeto de tirios y troyanos por su heroico desempeño militar y por el recuerdo humano que dejó
En flagrante contraste con tal actitud, las instituciones -y a su frente la corona- han ninguneado sistemáticamente a la División azul (encuadrada como división 250º del ejército alemán) la unidad española constituida por 45.000 voluntarios que marchó al frente del este a luchar contra el comunismo soviético, algo que no parece merecer a nuestras autoridades el más mínimo recuerdo.
Integrantes de la División Azul desfilan en el frente ruso. /Wikimedia
Integrantes de la División Azul desfilan en el frente ruso. /Wikimedia

La memoria oficial prefiere ignorar que, si los unos combatieron el totalitarismo nazi, los otros se alistaron para combatir contra el aún más mortífero totalitarismo soviético. Pero, a diferencia de aquellos a quienes se homenajea públicamente –una minúscula unidad que pasó sin más pena ni más gloria que las que una interesada y sesgada interpretación quiera concederles-, la División Azul se ganó el respeto de tirios y troyanos por su heroico desempeño militar y por el recuerdo humano que dejó en el más duro de los frentes que la historia de la guerra ha conocido.
Al margen de la importancia histórica real que pudieran haber tenido aquellos 150 españoles que formaron La Nueve, es admisible que estos hombres merezcan un reconocimiento. Pero este no debería ser mayor, en ningún caso, que el que un país reconciliado y decente ha de tributar a 45.000 jóvenes que se alistaron para combatir la tiranía más sangrienta conocida, de los que 5.000 entregaron su vida.
Haría bien el monarca en no olvidar que, si hoy puede hablar de tolerancia y libertad desde la jefatura del Estado, es porque le elevaron a tan alta magistratura no aquellos a quienes homenajea, sino aquellos a quienes deliberadamente ignora.