Mercaderes o guerreros. Por Simón de Monfort

Mercaderes o guerreros. Por Simón de Monfort




El materialismo imperante ha impuesto sus normas de mercado, no sólo en las relaciones comerciales donde las cosas no valen lo que cuesta su producción, como en el sistema Tradicional, sino lo que la oferta y la demanda marca. La mayoría de las veces, intermediando espabilados agentes que juegan con necesidades y producciones, para de forma engañosa sacar provecho de todo.
También esa influencia ha calado en la educación de las personas, que han sustituido valores intangibles, por beneficio material de todo cuanto hacen. El trabajo altruista, desinteresado e idealista, que otrora forjara movimientos y revoluciones, ha desaparecido del Occidente moderno. La gente ya no se mueve por la voluntad de servir, sino por el provecho personal, aun cuando ese provecho no sea sólo económico, sino también en forma de satisfacción de caprichos, placeres y demás.
Es por eso que quizás no se entienda que alguien decida sacrificarlo todo,  incluso su propia vida por una causa.
Hay gente que me pregunta para ir a Iraq o Siria, que cuánto se cobra. Otros que cómo van a correr con gastos encima que van a arriesgarse. Hay quien pide garantías de que en caso que le ocurra algo, quién correrá con los gastos. Tampoco falta quién le mueve una experiencia para su currículum, en vistas de buscar trabajo de contratista. Algunos piensan sacar provecho económico en base a donantes que simpatizan con la causa. Otros buscan fama, aventura e incluso vacaciones originales...
Toda esa gente que busca sacar algún rédito, de cualquier tipo, en este tipo de lucha, terminan frustrados y cabreados. Esto no es una agencia de viajes que garantice a nadie nada. Ni la satisfacción esperada, ni el combate a medida, ni los medios necesarios, ni la profesionalidad esperada, ni la compañía adecuada, ni tampoco expectativas personales al gusto.
Aquí se viene a servir y ver lo que uno puede aportar y ayudar, se viene con el material que se pueda y se vuelve de vacío, bueno con la satisfacción del deber cumplido. Quién busque garantía de satisfacción que se dirija a una empresa de aventuras o viajes.
Tampoco espere nadie que desde aquí se le anime a venir o trate de convencer. Allá cada cual con sus decisiones. Nada nos obliga con nadie, pues nos limitamos a informar de forma desinteresada, para ayudar, no a las personas que quieran venir, sino a la causa de la lucha por la libertad de estas gentes contra la tiranía de Daesh.
Tampoco podemos correr con la responsabilidad de aconsejar a nadie que deje su trabajo o familia para combatir. Un soldado más o menos no va a inclinar la balanza de la guerra, y sí que puede causar un daño irreparable a su economía o su familia.
Por todo ello quiero dejar claro lo complicado de la hazaña. A cada persona le puede ir bien o mal, depende de donde vaya a parar, y también de sus cualidades. Pues hay quién se piensa que son imprescindible o el súperguerrero, despreciando todo lo que aquí encuentra, y topando con la horma de su zapato, siendo despreciado por quién él a su vez desprecia.
Son muchos los voluntarios occidentales en esta guerra, algunos españoles y a cada cual le van las cosas de una manera, muchas veces como se merece y otras de forma inmerecida. Hay más de 20 caídos sólo en Rojava, pero eso no es nada con los miles de caídos en el frente. Es por ello que nadie puede creerse que es más que la gente que hay aquí o los nativos que entregan a diario su vida.
El que quiera venir ha de reflexionar sí realmente está dispuesto a servir y a sufrir, y no sólo a recibir. La humildad, la templanza, la paciencia, la capacidad de sufrimiento y la convicción por lo que se lucha, son condiciones indispensables.
Hacen falta guerreros no comerciantes de placeres. El simple hecho de llegar ya es un combate, luego cada uno ha de forjarse su lugar, y ganarse el respeto.
No sólo no hay gratificación material alguna, sino que además es posible la difamación o incomprensión de los mercenarios de la prensa, tampoco faltan los envidiosos o los frustrados que se dedican a criticar desde la ignorancia o la maldad.
Es paradójico que mientras a Daesh se alistan a una muerte casi segura, a las filas de los que defienden a los perseguidos abunden tanto los interesados, y tan poco los guerreros.
Esta es una lucha no sólo contra los enemigos externos al otro lado de la trinchera. También contra los propios demonios, las tribulaciones, las dudas, el miedo, el cansancio, el frío, el sueño y la necesidad... Y no hay cabida ni para débiles ni para desequilibrados, tampoco para caprichosos ni para "Rambos".
Nadie promete nada, más que "el dolor y el honor, la servidumbre y la gloria" de una lucha contra todo tipo de elementos, materiales y espirituales, con el simple pago del deber cumplido y la satisfacción de hacer lo que la conciencia te dicta y no lo que el rédito por nada te reclama.
Menos mercaderes y más guerreros. La vida es una milicia para algunos, o simple negocio para muchos.
Saludos en Cristo Rey.

Simón de Monfort     
(Desde el frente de batalla, en la lucha contra el DAESH) 

Aquí tienes su página de Facebook desde la que narra su gesta