Españoles de segunda, por La Falange de Cantabria

Españoles de segunda, por La Falange de Cantabria

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Hay españoles que cada día tienen que poner el despertador una hora antes. Viven en Vizcaya, en Álava y en Guipúzcoa. Su delito es que suspendieron un examen de euskera, y “sólo” hablan un idioma que empezó siendo castellano, pero que enseguida se convirtió en la lengua que acompañó el mayor proyecto de hermanamiento cultural de la historia de la humanidad: el Imperio Español. Y por eso se llama español. Porque es la lengua común de todos los españoles.

Estos españoles de Vizcaya, Álava y Guipúzcoa tienen que despertarse una hora antes para ir a trabajar fuera de sus pueblos y ciudades. Conducir una hora para ir a la oficina, al instituto o al hospital, y otra hora más para volver. Gastar miles de euros en gasolina y transporte.  Arriesgar sus vidas en la carretera cada día. Cada día durante veinte, treinta, cuarenta años. Lo que aguante su vida laboral. O su paciencia. O su dignidad. Perder horas diarias que querrían dedicar a su familia, o a pasear, o a cocinar. O a lo que quieran. Aguantar esos silencios de indecencia al por mayor cuando alguien les pregunta dónde trabajas, y ellos responden en Castro Urdiales, en Laredo, en Burgos. Sobrellevar que no te dejen trabajar en el pueblo que te vio nacer. Intentar mantener unida una familia a la que no te dejan ver porque tienes que hacer 250 kilómetros al día. Porque estás ocupado conduciendo y fingiendo que todo va bien. Que en el fondo te lo mereces porque suspendiste el examen de euskera. Porque la normalización lingüística. Ya se sabe.

Así están. Así se sienten estos españoles de los que nadie se acuerda. De los que nadie habla. Españoles convertidos en ciudadanos de segunda por unas autonomías antiespañolas de nacimiento y gobierno español que es capaz de traicionar a sus propios ciudadanos con tal de que no le llamen facha.

Ciudadanos de segunda condenados de por vida a no formar parte de su entorno. Sentenciados a ser vistos como una anomalía, como una rareza, un lastre del franquismo en vías de extinción. Unas personas indeseables, a las que es mejor no tener demasiado en cuenta. Mejor mirar para otro lado. Por lo que puedan decir.

Nadie puede soportar esto. Es hora de parar los pies a los separatismos y levantar de nuevo, con orgullo, la bandera de España. Porque el apartheid está aquí, y no es algo que suceda en lugares lejanos donde no podemos hacer nada. Sucede en Bilbao, en Baracaldo, en Sestao. Aquí al lado. Cerca de ti. No se puede llevar una vida digna cuando te obligan a separarte de tu familia, a gastarte miles de euros que no tienes por qué gastar, a jugarte la vida en la carretera cada día, a consumir en conducir las energías que deberías destinar a disfrutar de tu tiempo libre.

Son españoles. Y están abandonados. Su culpa, suspender un examen de euskera, o ni siquiera intentarlo porque se niegan a aprender a la fuerza.

El Gobierno español –perdón por las mayúsculas- los abandonó hace mucho, a cambio de unos votos en el parlamento. El Gobierno vasco, por supuesto, ni está ni se le espera. Los partidos políticos miran para otro lado.

La democracia es un timo, porque no defiende lo justo, sino lo que diga la mayoría. Y como la mayoría calla, estos miles de españoles están olvidados de casi todos.

Pero La Falange no os olvida. Porque donde hay un español que sufre, allí está La Falange para liberarlo y sufrir por él. Nosotros defendemos la verdad y la justicia, porque a nosotros no nos importan los votos, sino los españoles. Y queremos poder mirarnos a los ojos en el espejo cada día y seguir llamándonos españoles.