DISCURSOS DE ODIO. Por J.L. Antonaya

 DISCURSOS DE ODIO. Por J.L. Antonaya

 


La referencia más fiable para saber si estamos haciendo lo correcto es medir el grado de histerismo, crispación y farisaica indignación de las diversas tribunas, mentideros, tertulias y pesebres de la progrez mediática. El nivel de berrinche de los voceros del progresismo se corresponde de forma milimétrica con el nivel de eficacia, valentía y nobleza de las acciones, publicaciones y convocatorias patriotas.


Últimamente, los gusanos de tertulia están especialmente nerviosos ante la cada vez más extendida reacción de rechazo a la delincuencia inmigrante. La cobarde agresión a ancianos españoles en Torre Pacheco por parte de una banda de menas marroquíes ha sido la gota que ha empezado a colmar el vaso de la paciencia del pueblo español.

Y es que la gente que sufre a diario violaciones, atracos y agresiones gratuitas no preocupa en absoluto a estos periodistas de pesebre, marisabidillas de tertulia y todólogos de guardia.

Generalmente esta patulea subvencionada vive en urbanizaciones cerradas muy lejos de los centros de inmigrantes ilegales. Sus hijos suelen ir a colegios privados donde es difícil que sufran el acoso de pandilleros andinos, caribeños o magrebíes. Sus mujeres no suelen hacer la compra en barrios que parecen suburbios tercermundistas.

El sufrimiento del pueblo trabajador español se la refanfinfla. Lo que realmente les inquieta es lo que ellos llaman "discurso de odio". Traducido al román paladino, llaman "discurso de odio" a cualquier manifestación de rechazo o de protesta frente a la invasión migratoria y a sus ya incuestionables consecuencias: inseguridad, precariedad laboral, prioridad de los extranjeros sobre los nacionales en el acceso a ayudas sociales, etc. Que las bandas de delincuentes juveniles importados de Marruecos violen, asesinen o roben no es importante. Lo importante es que los delitos que cometen no escandalicen a la gente que los padece.

 Les aterra que el -hasta ahora- amodorrado y cobarde pueblo español empiece a despertar y a señalar con el dedo a los responsables de esta situación. Que no son los moritos y negritos de los machetes sino los que los traen y se lucran con la avalancha inmigrante: Los openarms, oenegés y chiringuitos buenistas -versión actualizada de los negreros de toda la vida- que se llenan los subvencionados bolsillos con su discurso buenista y endófobo.

Las consignas, mentiras y sensiblerías falaces de esta jauría mediática constituyen el verdadero "discurso de odio". El odio a los trabajadores españoles, a unas condiciones de trabajo dignas y a la seguridad en los barrios obreros.

J.L. Antonaya