DEL “BIEN SER” AL “BIEN ESTAR” (EL VALOR DEL TRABAJO ANTES QUE EL VALOR ECONOMICO)


Llevamos ya algunos años oyendo la cantinela de la pérdida del estado del bienestar, perdida que, por cierto, no dicen es consecuencia de una mala política económica ejercida por las diversas fuerzas del sistema democrático. No, no es cierto lo que se dice al respecto, por una simple razón, el estado del bienestar no es otra cosa que un falaz invento de los sectores social-demócratas de los gobiernos de la plutocracia que hacen que se confunda el bien estar con el estar bien. Lo que se denomina estado del bienestar no es nada más que el estado sostenido mediante el cobro de impuestos abusivos que palien en cierta medida las injusticias del sistema económico liberal.
Nos pagan lo suficiente para que nos entreguemos al consumismo que el sistema ofrece y así le devolvamos el dinero más las plusvalías. A cambio nos ofrecen unas garantías básicas que a su vez también pagamos nosotros, sin darnos cuenta, mediante todo tipo de impuestos, que es tanto como decir que con nuestros raquíticas nóminas –quien la tenga- compramos mucho más caro lo que nosotros mismos producimos y, además, pagamos sobre ellos unos elevadísimos impuestos que nos garanticen una justicia mala, parcial y lenta, una sanidad cada vez más saturada y deficiente, una cultura pobre y deshumanizada y una serie de normas y ordenanzas municipales por las que a su vez tenemos que volver a pagar mediante bonos-transporte, zonas horarias de aparcamiento e incluso por medio de las abusivas multas.
Cualquier persona, para vivir con cierta tranquilidad, necesita seguridad durante las 24 horas del día y aunque esa tranquilidad debe garantizarle sus derechos individuales, también deben estar encuadrados dentro de lo colectivo, porque nadie puede tener tranquilidad y seguridad particular si el entorno donde vive es intranquilo e inseguro. Y con esto estamos hablando del estado en lo físico y del bien común en lo metafísico, y para que esto sea realidad hay que hablar del “BIEN SER” antes que del “BIEN ESTAR”. En una sociedad donde triunfara el “Bien Ser” sobrarían la mayoría de las leyes ya que todos ejerceríamos la justicia de forma natural, mientras que las sociedades del bien estar están plagadas de leyes, la mayoría estúpidas e inútiles, que nos garantizan cierto orden (impuesto, claro está) ya que si no, con tal de estar bien somos capaces de devorarnos entre nosotros, como sucede en la actualidad.
Tenemos la certeza de que todos necesitamos tener tres seguridades básicas que deben cumplirse en cuanto al puesto de trabajo, al orden público y a la vivienda.
En el puesto de trabajo tenemos que tener la certidumbre de que al día siguiente no vamos a estar de patitas en la calle y, como consecuencia, no vamos a tener ni para comer; del mismo modo que tenemos que tener la seguridad de que trabajando 40 horas semanales podremos llegar tranquilamente a fin de mes, permitiéndonos la alegría de algún momento de ocio del que nos deje disfrutar, de una manera correcta, los beneficios económicos de nuestro trabajo.
La seguridad en la vivienda consiste en que podamos pagarla sin hipotecas que nos asfixien, en muchos casos estas hipotecas son autenticos patíbulos en los que nos ahorcamos porque el precio supera el 70% de los ingresos familiares y si a eso le añadimos la falta de seguridad en el empleo que hemos citado antes y uno de los dos miembros familiares (papá y mamá) se queda en el paro, tendremos como consecuencia que no sólo uno se queda sin ingresos sino que además toda la familia se quedará sin lugar donde vivir, ya que los caimanes financieros del sistema bancario de la democracia te quitarán la vivienda y además de no devolverte lo ya pagado, se tiene que seguir pagando y, consecuentemente, embargando el sueldo del otro miembro.
La seguridad en el orden público, unido a la justicia social traería con toda certeza la verdadera libertad de la persona, porque ¿de qué sirve a una familia poder vivir con cierto bienestar económico si no puede salir a la calle sin correr el riesgo de ser atracado o, lo que es peor, ser el objetivo de cualquier desalmado que te agreda por capricho, viole a mujeres y niños o que los niños sufran acosos sexuales como consecuencia de la perversión caprichosa puesta tan de moda por elementos destructivos como son los medios televisivos o como la asignatura “educación para la ciudadanía”?. Algunos dirán a este respecto, y no les falta razón, que en ningún medio ni en la citada asignatura se hace apología de lo citado, pero no es menos cierto que están deformando las sensibilidades de la persona inclinándoles hacia un placer individual de satisfacciones egoístas. Por lo tanto, cualquiera puede ser víctima en cualquier momento de los más fuertes y brutos o de los más numerosos y salvajes.
Cualquier familia que compre o alquile una casa, antes de comprar un electrodoméstico o un mueble, se compra una puerta blindada, pone rejas en las ventanas, ¡por algo será!.
Desde el Sindicato TNS no creemos pedir tanto, que nos dejen ser buena gente sin el intrusismo mental de los tele-pensantes. Que no nos quiten el derecho a ganarnos el pan mediante el esfuerzo de nuestro trabajo. Que no nos exploten con salarios míseros. Que no nos vendan viviendas-soga con las que ahorcarnos para enriquecer más y más a los adinerados dueños del sistema financiero.
Pedimos el derecho a ser libres individualmente, pero junto con los derechos de los demás.
Queremos una sociedad libre, culta y justa dentro de la eclosión alegre de la Patria. Porque esa es la verdadera PATRIA, no la que nos vendéis desde vuestros capitalistas y liberales medios de difusión al servicio de las organizaciones financieras, las multinacionales y las sociedades anónimas, que han convertido a las personas en animales de labor, meros aperos de trabajo o vulgares letras de cambio.

¡MENOS PALABRERÍA LIBERAL Y MÁS RESPETO A LA DIGNIDAD HUMANA!

Fdº.Carlos Rodríguez. Jefe Nacional del TNS.