DELENDA EST DEMOCRACIA. Por Carlos Rodríguez

DELENDA EST DEMOCRACIA. Por Carlos Rodríguez


DELENDA EST DEMOCRACIA

Un sabio, culto y amante de Roma llamado Catón terminaba todas sus intervenciones en el Senado y los foros del primer estado del mundo –Roma- con el grito de “Delenda est Carthago” (Cartago debe ser destruida).

Catón opinaba que mientras la otra gran potencia del Mediterráneo incordiara a Roma, ésta malgastaba su tiempo y dinero en guerrear en lugar de llevar la prosperidad a los ciudadanos romanos, por eso su afán de destrozar a Cartago de una vez y lo antes posible.

Ni que decir tiene que yo no soy tan sabio y tan culto como Catón pero sí amo a España, como mínimo, con la misma fuerza con la que él amaba a Roma, por eso no me produce ningún rubor hacer una comparación entre un incordio y otro. 



             España ha sido, está siendo, y me desespera pensar que será, víctima durante mucho tiempo de su maldita obsesión por la democracia, ha olvidado su razón de ser y su misión histórica ensimismada en el reflejo de sus malditas urnas.

La democracia por sí misma no es ni buena ni mala, todo depende de sus logros y servicios, es decir, es un medio, solamente un medio, una herramienta que según se use dará lugar a éxitos o fracasos, pero lo malo es cuando la democracia se convierte en un fin en sí misma y por sí misma.

Como he citado, la democracia es un vulgar método para elegir cada cuatro años a una serie de personas portadoras del mandato de su partido político, para que, a su vez, elijan a gobernantes alejados por completo de la justicia y de las necesidades vitales del resto de las personas. De esta manera se ha convertido en una ideología totalitaria que cuando pasa a ser gobierno y legislatura se afianza en el positivismo, sustituyendo lo justo por lo oportuno, alejándose de la verdad y entrando en lo relativo.

La democracia política no es otra cosa que la tiranía de los leguleyos al servicio del poder económico, desentendiéndose de la ley natural de las personas, esclavizándolas al servicio de las plutocracias. Ni que decir tiene que aquel que se define por encima de todo como demócrata, no es otra cosa que un hipócrita que se ampara en leyes y sufragios de mayorías para disimular su indiferencia entre el bien y el mal.

Sin arrepentirme de lo que pienso y escribo vuelvo a gritar:

    ¡DELENDA EST DEMOCRACIA!
    (LA DEMOCRACIA DEBE SER DESTRUIDA).

¡¡ARRIBA ESPAÑA!!


Carlos Rodríguez