La democracia, el taparrabos de las tiranías. Por Carlos Rodríguez

La democracia, el taparrabos de las tiranías. Por Carlos Rodríguez


Que la democracia es un centro donde convergen todas las hipocresías, cobardías, hedonismos, y egoísmos ya no se le escapa a nadie. La falsa tolerancia, el pacifismo, la moderación, la transigencia y demás comodidades burguesas hacen de la persona un ridículo medio al servicio del imperialismo democrático.


 
Las democracias tienen un claro programa cuyo fin es el control absoluto de la economía mundial. Ni las Patrias, ni las Naciones, ni los Estados, ni mucho menos las personas, tienen cabida en el “nuevo orden democrático-mundial”. Los amos del mundo son los magnates de los grupos financieros internacionales. Los procesos industriales y de desarrollo son dirigidos por personas que nunca han sido –ni serán- elegidas, pero se excusan en las democracias para decidir sobre la vida de los pueblos.

El poder ejercido mundialmente mediante las empresas transnacionales ha superado al poder de los estados, donde los partidos políticos financiados por esas mismas empresas imponen sus leyes en contra de todo orden natural. Sus objetivos es, entre otros, cambiar el poder de los estados por el poder de las organizaciones económicas mediante un acuerdo económico-mercantil llamado “globalización”.


En las democracias las personas votan a partidos de izquierdas o de derechas vacíos de todo programa diferenciador en lo espiritual, económico, cultural y nacionalmente y que “democráticamente” nos llevan de forma imparable hacia una esclavitud cobarde, tolerada y pacifista. La información ha sido sustituida por lo pregonado por los medios de difusión en poder de personas y clubes con los mismos intereses.

El debilitamiento de la “Conciencia Nacional” y la privatización de los servicios públicos, hacen que se desvincule el Estado de la economía, educación e investigación. No tardaremos mucho en ver como la policía y los ejércitos estarán en manos privadas como garantes del lucro de los sectores financieros, mientras tanto utilizan al ejército de Estados Unidos para que se implante y garantice las democracias a cañonazos como medio de su expansionismo económico-democrático. El presupuesto militar estadounidense destinado a garantizar esos deseos democráticos, según los expertos, es de 370 mil millones de dólares, lo que supone una media de 18.000 dólares por hora de gastos contabilizados desde el nacimiento de Cristo. Y con esto no queremos decir que los orígenes se remonten al nacimiento de Jesús de Nazaret, sino que es simplemente una comparación matemática, para hacernos una idea exacta de sus dimensiones en el futuro en el que las fuerzas armadas privadas atacarán a las naciones-estados que no quieran servir a los intereses económicos de las empresas que los formen y mantengan.

En la actualidad, el dinero es meramente virtual constituido por lo mercados financieros para su propio lucro sin tener que generar riqueza. Los inversores más poderosos se enriquecen con el solo acto de apretar un botón en el ordenador y jugar con acciones rentistas y especuladoras. Las democracias degradan todo lo natural, incluida la propia naturaleza, para convertir a las personas en aún más dependientes de los sistemas económicos mediante la provocación de enfermedades originadas en los laboratorios con el fin de que, de una forma consumista, se acuda a los medicamentos fabricados en los mismos laboratorios que han provocado la enfermedad. Además, la naturaleza y su contemplación permite admirar la belleza y nos lleva a pensar por nosotros mismos y por tanto en la espiritualidad, y eso no lo permite el “nuevo orden mundial” en el que toda espiritualidad debe ser aniquilada para un mejor sometimiento y control de la especie humana por parte de una minoría de “deshumanizados”.

En la actualidad, y para una más pronta y fácil implantación de una dictadura mundial, las democracias han metido en sus rediles partidos políticos, sindicatos, asociaciones e incluso religiones, bajo postulados democráticos a nivel mundial, alejándolos de la totalitaria verdad de la Nación y la Patria como Unidad de personas con un noble afán de misión histórica y de destino en lo universal. La unificación mundial de la economía, después de un acoso y derribo a las Patrias, Naciones y Estados, ha deslocalizado geográficamente al poder, siendo controlado por la tecnología y los medios de difusión, por eso es imposible enfrentarse a ellos con los métodos tradicionales como son las guerras nobles y revoluciones humanitarias, aún así y por si acaso, las democracias han contagiado a las personas con un suicida y cobarde pacifismo que garantice permanentemente la soberanía de las tiranías económicas. De acuerdo en que sería peligrosísimo una rebelión en la era atómica, pero no es menos cierto que el poder atómico, como el del resto de las energías, están en manos de los opresores, por lo tanto, una guerra nuclear sólo la pueden desencadenar los poderosos que nos someten y agobian, por todo ello nos sustituyen el pensamiento existencialista trascendente por un pacifismo existencial sin trascendencia.

Todo esto nos lleva al principio de un control democrático gubernamental del mundo que guste o que no guste, que sea bueno o que sea malo, que sea libre u opresor, es lo de menos, porque será impuesto con razón o sin ella por conquista o por consentimiento, por las buenas o por las malas pero, eso sí, todo de forma muy democrática. A fin de cuentas los que ganaron la segunda guerra mundial trajeron el poder político de la masonería y el poder económico del sionismo… utilizando a las DEMOCRACIAS COMO TAPARRABOS.

Carlos Rodríguez. Jefe Nacional del TNS.