La corrupción ES EL OPIO DEL PUEBLO. Por Jaime Bardera

La corrupción ES EL OPIO DEL PUEBLO. Por Jaime Bardera

 

Para explicar la corrupción hay que retroceder hasta el día en que empezó a desaparecer la Cristiandad de la que Carlomagno y Carlos V fueron alfa y omega. A aquella triste jornada en que comienza a vislumbrarse Europa, que al contrario que esos dos excelsos personajes, tuvo por precursor a Lutero, y quizás por liquidador al próximo presidente del banco central europeo. Porque tal día como hoy, un 17 de abril, pero de 1521, Lutero se enfrentó a la Cristiandad presidida por nuestro Carlos I. 
 

Y precisamente fue la corrupción el motivo de que se reuniera aquella Dieta de Worms en la que Lutero rechazó volver a la obediencia de la Iglesia. Porque Lutero se enfrentaba bizarramente a la corrupción del Papa. Ese fue el fundamento de su predicación. Y el Papado era corrupto. Y muchos de sus obispos eran corruptos. Nadie puede negar eso. Pero a poco que uno quiera entender como se mueve el mundo, descartando la interpretación materialista de su historia, se dará cuenta de que si las razones íntimas de su denuncia hubieran sido los vicios de la Jerarquía de la Iglesia, la depravación no habría corrompido su vida. Porque a su muerte, Lutero era un poderoso terrateniente, una de las mayores fortunas de Alemania.  

Y sobre su conciencia, que no le dejaba dormir, pesaban las riquezas logradas a base de cientos de miles de muertes de campesinos arrancados de la protección de la Iglesia que persiguió, y entregados a la codicia de los príncipes alemanes. Lutero vivió y murió esclavo de las más horrendas pasiones, presa de los remordimientos más dramáticos, hasta el extremo de no poder soportar más su dolor y decidir ponerle fin como otro insigne traidor de la Historia: Judas. 

Cien años después de la muerte del monje agustino, la Cristiandad quedaba liquidada en los campos de Rocroi. Había triunfado la primera de las cuatro revoluciones que han asolado la Cristiandad primero, y Europa después: la revolución religiosa, en el fondo la más económica de todas. La que significó la primera de las sucesivas victorias del capitalismo sobre los dogmas de la doctrina social de la Iglesia, que en el fondo, han dado forma desde aquella primera derrota a todos los intentos de reacción que al primero han existido. 

Y ahora, asistimos a la exaltación de la corrupción como supuesto máximo pecado contra la religión liberal, en medio de la revolución tecnológica, en la que todos tenemos acceso a todo, sin alcanzar realmente a nada. Porque no es casualidad que la corrupción moral representada por Javier Maroto le haya cantado las cuarenta a la corrupción económica de su compañero de partido, el ex ministro Soria. Puede dejarnos atónitos la bronca que la sociedad corrompida moralmente le larga a la corrupción económica, cuando es evidente que la primera ha traído la segunda. 

La corrupción ha sido común en todas las épocas, gobiernos y culturas. Pero ha sido el dogma fundacional de una forma de gobierno. Porque la corrupción moral es el origen del liberalismo que esbozaron las prédicas luteranas. No se entiende aquel sin conocer su dogma principal, el que desveló Gómez Dávila: la promiscuidad es la propina con que el liberalismo aquieta a sus esclavos. Y difícilmente puede ser decente una sociedad en la que la promiscuidad económica nos ha convertido a todos en esclavos que no conocen realmente a sus amos, en la que nos gobiernan gigantescos corruptos morales que sólo aligeran los casos de corrupción económica cuando consideran oportuno hacerlo.  

La democracia liberal es corrupta porque la corrupción es la garantía de su funcionamiento. Con la corrupción nos hace a todos sus esclavos. Y todo hacendado sabe que tener esclavos es la mayor garantía de continuidad de su hacienda.
 

Jaime Bardera 

Militante del Sindicato TNS

Este artículo es la transcripción de la intervención de Jaime Bardera en el programa debate “Sencillamente Radio” de Radio Inter de Madrid (programa que se emite todos los domingos de 08:30 a 11:30 horas en esa emisora en el 918 de AM, 93,50 de FM y en Internet: http://www.gaceta.es/oir-radio-inter).