PARA LOS DE LA MEMORIA DEMOCRÁTICA. Por Carlos Rodríguez

 PARA LOS DE LA MEMORIA DEMOCRÁTICA. Por Carlos Rodríguez

 

 

En 1898, año nefasto para España, tuvo lugar la exposición universal de París que fue un ejemplo de impronta y exaltación de la masonería. El mayor ejemplo es la torre diseñada e instalada por el también masón Gustave Eiffel. España expuso en su pabellón una obra escultórica de Ricardo Bellver, realizada en 1878 en piedra y bronce a la que se le añadió una fuente obra de José Urioste; en el pedestal figuraban caras de demonios con diversos gestos. En lo más alto del complejo escultórico destaca la figura de un hombre con aspecto nada diabólico, pero si derrotado, que sin duda es la representación de Lucifer vencido en las alturas por los arcángeles.

Una vez terminada la exposición parisina, la estatua fue instalada en el parque del retiro de Madrid. El lugar elegido fue un pequeño montículo que está a 666 metros sobre el nivel del mar. Que mejor lugar que el del número de la bestia para la instalación de una estatua que le rinde homenaje.

 

En el mismo parque también se encontraba un pequeño zoo, que era conocido como La Casa de Fieras, donde se podían ver al natural los animales más exóticos.

 

Esta historia no tendría importancia sino fuera porque durante la Guerra Civil fueron arrojados a las jaulas de los osos, tigres, leones y algún que otro carnívoro, alrededor de 30 personas previamente detenidas en las terribles rondas que hacían los milicianos rojos. Todas las víctimas eran personas sospechosas de ser católicas, tradicionalistas, falangistas y a todos los que se les consideraba según ellos, fascistas.

 

El ritual consistía en llevarlos en camiones hasta el monumento satanista y después de una extraña ceremonia de ritos masónicos los detenidos eran molidos a palos, los trasladaban a la casa de fieras, para, como se ha dicho, arrojarlos a las jaulas y que fueran devorados en vida por las fieras. Hay algún testimonio, que cuenta que se cobraba dinero a los que querían disfrutar de tan “democrático” espectáculo, pero eso es lo de menos.

 

Esto es lo que la barbarie marxista llama justicia democrática y que tanto le gusta invocar a Pablo Iglesias.

A ver si el ayuntamiento de Madrid pone una placa conmemorativa de los crímenes del rojerío sustituyendo a la estatua satánica. Relacionado con esto, recordamos que el alcalde de Madrid se dio mucha prisa en colocar un monumento en recuerdo de los milicianos rojos huidos a Francia y posteriormente apresados por los alemanes, entre los que se encontraban bastantes de los ejecutores de las matanzas de Paracuellos, Aravaca y de las profanaciones de templos, cementerios y doncellas.

 

Sí, señores de la memoria democrática, sí, gobiernos marranos de la comunidad y del ayuntamiento, en Madrid, como en toda España, se quemaban los templos, se “paseaban” a familias enteras”, se hacían funciones macabras usando los esqueletos y las momias que desenterraban en las iglesias y, por supuesto, se daba de comer a las fieras.

 

Anímense demócratas y enriquezcan la memoria con hechos verdaderos y no con las mentiras que nos quieren hacer creer.

 

“Donde hay poca justicia, es peligroso tener razón” (Francisco de Quevedo).

 

Carlos Rodríguez

Jefe Nacional del Sindicato T.N.S.