LA EMOCIÓN DE DESCUBRIR EL FASCISMO. Por Sindicato TNS

 LA EMOCIÓN DE DESCUBRIR EL FASCISMO. Por Sindicato TNS 

 

En este escrito no se pretende hacer ninguna clase de análisis, ni ningún estudio histórico sobre el Fascismo, tampoco se trata de redimir a Benito Mussolini de toda la mentira que desde los estercoleros democráticos han arrojado, y siguen arrojando, sobre él; nuestras pretensiones son más emocionantes, porque de eso se trata, de sumergirnos en el Fascismo desde las emociones sentidas por el hombre al que Italia bautizó con el título de Duce. 

 

Las naciones que se forjaron en las riberas del Mediterráneo tienen en sus sustratos una abundante carga de cultura, belleza y espiritualidad, que en la tradición encuentran su voluntad de imperio. Egipto hace miles de años ya tenia conciencia de que los hombres estaban compuestos de cuerpo y espíritu inmortal, el cual debía responder después de la muerte carnal de sus hechos ante los dioses. Persia, Grecia, etc. de una forma u otra, tenían conciencia de la parte eterna de la persona. Sería bueno recordar que fue en el Mediterráneo (Lepanto) donde tuvo lugar una de las grandes batallas navales de la historia entre dos civilizaciones espirituales, la Cruz contra la Medialuna.

 

Roma, al conquistar el Mediterráneo no sólo conquista tierras y gente, también conquista y asimila las culturas de sus pueblos, muchos de ellos también con buena carga espiritual.

La avidez de Grecia por la sabiduría, el arte y la belleza, Roma las hace suyas y ordena con deberes y derechos, a lo que más adelante hay que sumar la espiritualidad del cristianismo.

 

Todo este inmenso bagaje es recibido por Benito Mussolini que siente la obligada necesidad de incorporarlo a los destinos de su patria. La Italia de Mussolini pronto sentiría la emoción del imperio guiado por la inteligencia de una jerarquía responsable.

 

            “Se puede concebir un imperio, es decir, una nación que directa e indirectamente guie a otras naciones, sin que la conquista de kilómetros cuadrados de territorios sea necesaria. ” (Benito Mussolini)

 

El fascismo como sentimiento político es la consecuencia de lo que se considera la tercera decepción del marxismo; la primera dio lugar a la escisión de los anarquistas, la segunda a la de los socialistas y la tercera, motivada por la expulsión de Mussolini por intervencionista, dio lugar a la formación de los fascios. A diferencia de las dos primeras que se producen por criterios económicos, típicos de las costumbres anglosajonas, la tercera escisión es clásicamente mediterránea: Amor, Sentimiento, Emoción y por supuesto Milicia Intelectual y Moral.

 

            “Un fascista es un socialista que descubre la emoción de la patria (Benito Mussolini)”.

 

El fascismo que surge con formas modernas dentro de la tradición romana-latina en Italia es una idea que se convierte en ideología en lo universal, donde se buscan y se encuentran las respuestas a los problemas que se plantea el hombre con una empresa en común que cumplir. El fascismo aviva, de forma enérgica, las virtudes y la inteligencia, superando el racionalismo que encarcela en el hedonismo holgazán, cualquier tipo de voluntad creativa. El fascismo dignifica la existencia humana mediante el esfuerzo y el trabajo que por justicia llena los hogares de alimentos, culturas y alegrías.

 

            “Si algo merece llamarse de veras un estado de trabajadores, es el estado fascista”. (José Antonio Primo de Rivera)

 

Efectivamente, en el fascismo los trabajadores también ordenan la nación a través del estado en las corporaciones laborales, desechando las injustas y estúpidas democracias de elección, inventada por el Sanedrín del sumo sacerdote judío Caifás; y decimos inventada porque la usó como pretexto para verter sobre el pueblo elector toda la responsabilidad del asesinato de Cristo en el Gólgota, mientras que el liberalismo oficial de la época (Pilatos) se lavaba las manos.

 

Contra las herejías, incultura y resentimientos propias del liberalismo masónico, Mussolini devuelve los crucifijos y la asignatura de la religión católica a las aulas. Italia con el fascismo se buscó a sí misma y se encontró más Italia que nunca.

 

Como se cita al principio de este escrito, nos hemos sumergido en la metafísica del fascismo y hemos descubierto de manera emocionante ¡por qué el fascismo es cultura, espiritualidad y alegría!

 

Sindicato TNS