SOLUCIONES ANTICRISIS, (Menos democracia y más España) Por Carlos Rodríguez

SOLUCIONES ANTICRISIS. (Menos democracia y más España)

SOLUCIONES ANTICRISIS
(Menos democracia y más España)

         Siempre hemos considerado que la primera obligación del Estado es proporcionar seguridad a las personas que lo componen. La seguridad de una justicia libre de influencias partidistas, la seguridad de una sanidad pública y de calidad, y la seguridad de una cultura también pública, basada en las ciencias y en la espiritualidad verdaderas, que no acondicionen a las personas hacia tendencias hedonistas, individualistas y egoístas. Las personas deben tener un objetivo propio y otro colectivo y que no son otros que el de salvarse junto con su Patria.

          Para que esto suceda en plan individual, dentro de la sociedad todos necesitamos otras tres seguridades, la seguridad en el empleo, que te permita mirar al mañana sin temor al paro y a la precariedad miserable; la seguridad en la vivienda, sin hipotecas asfixiantes que te perturben todo tipo de objetivos; y la seguridad en las calles, que te permita la libre y honrada circulación sin temores ni sobresaltos.

         Por si alguien no se ha dado cuenta estamos hablando de Vivienda/Familia, Calles/Municipio y Trabajo/Sindicato, los tres cauces naturales de la participación de la persona en la sociedad y, por lo tanto, en la Nación y por consiguiente en la Patria. Nuestros Fundadores y Forjadores del Nacional Sindicalismo sabían lo que decían y por qué lo decían, aunque muchos lo digan de manera retórica, sin emplear la más elemental filosofía.

         Una vez expuestas estas consideraciones pasamos a expresar lo que serían las soluciones para salir de una crisis tan provocada por los tiranos financieros, como mantenida en beneficio propio por las oligarquías y plutocracias de los gobiernos democráticos.


         Lo primero que necesitamos es una fuerte y unitaria CONCIENCIA NACIONAL, dispuesta al sacrificio para que se beneficien las generaciones venideras. Debemos salir de todos los organismos económicos internacionales, manteniendo siempre una cordial relación y garantizando que pagaremos nuestras deudas. Como decían nuestros clásicos “ni aislados ni intervenidos”, para ello es necesario llevar al límite la autarquía, nivelando precios y salarios conforme al IPC, pero ojo, al IPC real, no al falsificado que nos vende el sistema. Produciríamos y consumiríamos nuestros productos, esto supondría un aumento tremendo de los puestos de trabajo, abaratando el consumo y dando mayor fluidez a la economía nacional. Al tener soberanía monetaria (la peseta) haría posible y atractiva la compra de nuestros productos, entrando ingresos desde el extranjero que se emplearían para pagar la deuda externa, y además aumentaría el Producto Interior Bruto que paliaría poco a poco la deuda interna.


         No hay que tener miedo a la autarquía durante unos años. España es muy rica en materia prima y tiene grandes genios y estupendos trabajadores, lo que sucede es que esta maldita democracia nos ha traído demasiados canallas, gobiernos golfos y muchos complejos.

         En el lugar en el que estén las materias primas deben localizarse las empresas de manufacturación, beneficiándose de los productos naturales sin esquilmarlos y potenciándolos mediante cría de cabañas ganaderas, repoblaciones agrícolas y forestales, además de cuidar al máximo las zonas de pesca. La minería debe ser reflotada a través de empresas públicas, no funcionariados, que provean a la industria pesada, tanto pública como privada, de materiales de calidad para su posterior transformación en productos tecnológicos, electrodomésticos, automóviles, embarcaciones, trenes, aviones, etc.

         Sin ningún defecto romántico ni nostálgico os digo que si esto se hizo una vez con buenos resultados, también se puede hacer ahora.

         España tiene la estructura necesaria para tener una banca nacional, otra publica e incluso otra sindical que serian compatibles con la privada, no habría que nacionalizar, habría que crear. Una banca nacional para operaciones con el exterior, una banca pública unificando las cajas de ahorros controladas por el Banco de España sin politizar, donde se fomenten los créditos acoplados a las necesidades de las pequeñas empresas y de los autónomos, así como hipotecas para viviendas acoplados a las nóminas con plazos largos y cantidades no asfixiantes; serían también nacionales las escasas plusvalías que se destinarían en mejorar la sanidad y la enseñanza además de rebajar el déficit publico. La Banca pública debe tener vocación de servicio y debe dar facilidades a las iniciativas privadas para fomentar nuevas industrias, transportes, comercios, nunca a las multinacionales ni a las sociedades anónimas. Éstas, si quieren, que acudan a la banca privada que, como hemos citado anteriormente, será compatible con la pública, siempre que cada una realice su función.

         Los sectores estratégicos tienen que estar en manos del Estado, la energía, incluso la nuclear, debe ser de producción, venta y consumo nacional.

         La sanidad y la enseñanza pública también son compatibles con la privada pero no por mediocridad de las primeras, sino como complemento. No todo debe ni puede estar en el mercado. En el mercado puede estar la cirugía estética, pero no la sanitaria. En el mercado pueden estar los laboratorios cosméticos pero no los farmacéuticos. En el mercado puede estar el ocio, pero no la cultura. En el mercado puede estar la energía para la diversión, pero no para la producción ni la de las viviendas. En el mercado puede estar la joyería, pero no las prótesis. En el mercado puede estar el caviar, pero no el pan, etc., y el agua, claro, patrimonio de todos.

         El Estado, además de universidades públicas, también complementadas con las privadas, debe fomentar la formación profesional creando universidades laborales donde los futuros profesionales, además de aprender un oficio, también adquieran cultura.

         Las grandes corporaciones privadas deben tener escuelas de aprendices para que, junto con la escuela pública, den bríos a la tecnología fomentada en las dos clases de universidades, pública y privada, mediante la investigación y la ciencia. Todo teniendo como origen el bien ser de la persona que dará lugar a un bien estar de la Nación en la que se fomentaría la vida en los municipios dotándolos de los medios industriales de producción basados en sus recursos naturales, sanidad, cultura, deporte y ocio, facilitando suelo público,. con lo que se proporcionaría una vida agradable dentro de la eclosión alegre de la Patria (al carajo las autonomías territoriales políticas).

         Todo esto no es tan caro como parece, los beneficios de las empresas públicas de producción repercutirían en el servicio público y la economía privada, con conciencia nacional, cooperaría por vía fiscal nada abusiva, todo es cuestión de una buena y honrada gestión pensando en el servicio a la Nación y no cada uno en sí mismo. La empresa tiene también una función social, que es la de introducir a la persona en la sociedad por medio del trabajo. Pero para que esto suceda debemos despojarnos de los letales complejos “democráticos”. España, para ser bien servida antes debe ser bien amada, y España somos TODOS LOS ESPAÑOLES.

         Si queremos podemos, hemos sido Imperio y un Imperio no es el dominio sobre un territorio” es la defensa y lucha por una idea que haga grande una Nación, que además sirva de ejemplo y de ayuda a los demás pueblos y naciones.

         Esto es lo que opinamos y, por supuesto, meter en la cárcel a todos los provocadores de la crisis y a todos los corruptos, YA ESTÁ BIEN DE BUSCAR SOLUCIONES DEMOCRATICAS CUANDO LA DEMOCRACIA ES CÓMPLICE Y CULPABLE DE TODOS LOS MALES DE ESPAÑA.
 
Carlos Rodríguez. Jefe Nacional del Sindicato TNS