
12 de octubre de 2025, hicimos HISTORIA, fue épico.
Todos habéis visto los vídeos del ataque, estábamos solos, vendidos ante el enemigo que ataca sin valor. Bengalas, humo, y de repente, nuestros aguerridos camaradas de Primera Línea responden raudos y veloces a la afrenta, se suman otros camaradas y tras un intenso cruce de mamporros por nuestra gente, empieza la retirada de los terroristas. Cuando ya el enemigo empieza a flaquear, y no antes, sube la policía y termina de dispersar a los proetarras atacantes que quedan.
Hicimos nuestro acto y cantamos el Cara al Sol, nuevo hito. Recogimos y de vuelta al aparcamiento, nos insultan e intentan nuevamente algún cuerpo a cuerpo que no llega a producirse gracias una vez más a nuestro servicio de orden y seguridad. Seguíamos solos.
He resumido mucho lo que ocurrió aquella mañana soleada de domingo, pero me gustaría trasladaros la sensación y el orgullo que sentí por tener de CAMARADAS a los Primera Línea y a los que se les unieron a batirse el cobre aún sabiendo que podían dejar algo más que unos dientes en la algarada.
Los terroristas iban pertrechados con elementos cortantes, con piedras de considerable tamaño, botellas rotas, palos, sillas y mesas y todo cuanto pudieron encontrar o llevar de casa para causar el máximo daño posible, no eran cuatro niñatos jugando a las casitas, iban a matar. Los nuestros solo llevaban palos de banderas de plástico, sus puños y piernas y el amor a ESPAÑA y al resto de camaradas que allí estábamos. Dios con ellos mediante, no cedieron ni un palmo, combatieron al enemigo con el valor de los héroes azules y pusieron en retirada al terror, ellos solos, insisto, la policía llegó cuando ya empezaban a retroceder.
Fui feliz, no me malinterpretéis, no disfruté viendo a los nuestros pegarse, sentí miedo físico, pero ese acto me recordó el sentimiento de pertenencia, de hermandad, de camaradería, de lo que solo los falangistas somos capaces de hacer cuando confiamos en el fin, en la nobleza de nuestros actos y en el amor a nuestra Patria. Habréis visto las imágenes de nuestra gloriosa rojigualda manchada con la sangre de un camarada, esa sangre es la medalla al honor que le acompañará toda su vida y a la memoria histórica de su apellido, esa sangre sirve para recordar que nosotros si estamos prestos al combate por defender a nuestra nación, que no se les olvide, no tenemos otro afán.
Los de la Primera Línea han de ser reconocidos, aplaudidos y abrazados donde los encontremos, pero también los que se les sumaron sin estar preparados, fue el pueblo ajusticiando al terror, al cobarde que necesita de bengalas para, zafado en la ceguera, atacar sin honor.
No voy a dar nombres, todos sabemos y hemos visto las imágenes de los que corrieron a defender la plaza, pero gracias a ellos pusimos nuestra particular ¨pica en Flandes¨ y desde aquí vaya mi eterno agradecimiento, reconocimiento y pequeño homenaje, aun sabiendo que ni lo buscan, ni lo consideran, ni lo necesitan, saben cual es su papel, su misión y la cumplen con honores. Son héroes, mis héroes y quiero poder gritarlo a los cuatro vientos. Insisto, no fue un paseo, ni la llegada ni la salida de Vitoria, pero gracias a ellos pudimos demostrarles que a los azules no se nos para, que Vascongadas es tan española como Almería y que mientras quede en píe un camisa azul, defenderemos la españolidad de aquellas tierras. Gracias a los de Primera Línea pudimos rendir homenaje a los falangistas asesinados por la inmundicia terrorista, recordarles que hubo otros tiempos en los que por ser vasco se decían doblemente españoles y que fue cuna de hombres valientes, de intelectuales y de patriotas.
Aguantamos el tipo entre insultos, entre provocaciones y fanfarronadas de los matones callejeros avejentados y barrigones que nos acompañaron al aparcamiento desde que dejamos la Plaza de la Provincia, pero también encontramos personas que nos sonrieron agradecidos, que nos levantaron el pulgar a nuestro paso y que merecen saber que nos están solos.
Hicimos Historia, de la de verdad, las televisiones no quisieron darnos unos minutos y la fuerza de los hechos nos ha llevado hasta el Congreso de los Diputados, nuestros videos han dado la vuelta al mundo, hemos sufrido la ira en redes sociales de los que no pudieron con nosotros en persona, y el aplauso de quienes están a años luz de nuestra posición ideológica.
El 12-O lo hicieron posible un grupo de camaradas que respondieron al ataque y replegaron al enemigo, sin esta respuesta, hoy probablemente escribiría sobre lo que pudo haber sido y no fue. Pero fue, y los 300 que allí estábamos cantamos nuestro glorioso himno de amor y de guerra, el Cara al Sol retumbó frente a la Diputación y nos convirtió en leyenda.
Aprovecho para mandarles un abrazo grande a nuestros heridos, deseo vuestra pronta y total recuperación.
Camaradas, esta hermandad solo se extingue con la muerte, hasta la última gota de sangre, por España. Lo habéis demostrado. Honor.